diciembre 16, 2012

LAS LITERATURAS REGIONALES VIVIENTES: EL CASO APURÍMAC / ARMANDO ARTEAGA



LAS LITERATURAS REGIONALES VIVIENTES, 
EL CASO DE APURÍMAC

POR ARMANDO ARTEAGA




Las literaturas regionales suelen ser casi siempre motivo de grandes polémicas cuando se trata de definir su carácter “independiente” respecto a los centros imperiales que mueven la cultura en el planeta, apenas se les acepta como manifestaciones “marginales”, como “sucesos curiosos” de la periferia cultural mundial. 

El etnocentrismo cultural occidental de las mal llamadas potencias culturales mundiales  no permite la visualización de la riqueza de las múltiples manifestaciones literarias que muchas de estas literaturas regionales tienen y que contienen excelsas figuras (escritores) llenas de grandes valores culturales (obras literarias).  

Un carácter de excesivo nacionalismo y de abuso por el prestigio centralista occidental  hace el juego de invisibilidad a casi todas las literaturas regionales de los cinco continentes en que hemos dividió el mundo geopolíticamente e históricamente hablando. 

La literatura peruana en su conjunto es desde un punto de vista planetario una pequeña literatura regional, una parte de la literatura latinoamericana, un sub-conjunto  de la literatura española, si queremos.

Muchas veces en conflicto con las otras literaturas sustantivas como la literatura catalana, la gallega, la vasca, la castellana, solo para citar algunas que sobreviven –al colonialismo- dentro del territorio complejo español y a sus áreas culturales de influencia. 

Por lo tanto, existimos como literatura peruana desde el cuestionamiento literario y estético, y la vigencia de  las preguntas difíciles sobre nuestra existencia literaria en la antesala al modernismo literario, y en la puerta de ingreso al mundo anglosajón,  ahora. 
Un balance y liquidación de cualquier proceso literario siempre viene a la medida de un terno nuevo para el lucimiento de una nueva literatura nacional, regional, o local. 

En nuestro caso, José Carlos Mariátegui (en los “7 Ensayos de Interpretación de la Realidad Peruana”, el ensayo dedicado al proceso de la literatura), Riva Agüero (en “Carácter Independiente de la Literatura Peruana”),  y Luis Alberto Sánchez (en los cinco tomos de “La Literatura Peruana”) han sido los pioneros por este debate de la literatura nacional. 

Pero,  se ha obviado,  en esta manera de estudiar nuestra literatura peruana, el impulso literario de nuestras regiones. 

Pues, somos un país de múltiples regiones, desde las definiciones de Francisco Pulgar Vidal o de Emilio Romero, para insertarnos en el proceso cultural económico en esta etapa de modernidad y post-modernidad, poco ayudan los conceptos geográficos, y menos los históricos. 

El Perú es un país que anhela la descentralización, que necesita de un proceso de regionalización que integre sus expectativas culturales.  Allí vive entonces este debate de literaturas regionales.

Tenemos entonces la expectativa de las lenguas, somos un país donde se habla el castellano, el quechua y el aimara, y más en la Amazonía (según Peter Landerman los jesuitas tradujeron fragmentos del canon cristiano a unas 150 lenguas indígenas de la Amazonía peruana), muchas de estas lenguas aniquiladas ya, en extinción, o sobreviviendo. 

Somos un país multilingüe, se conocen alrededor de 65 lenguas. De las cuales, solo en la Amazonía Peruana se hablan aproximadamente 43 lenguas, las cuales se agrupan en 17 familias lingüísticas. Por lo tanto allí vive también la expectativa de las literaturas regionales  en este momento actual.

Literatura regional es un titulo "formalmente" correcto, siempre que el lector no olvide que no se trata de curiosidades folklóricas o reminiscencias provincianas, sino de la literatura de un ámbito cultural determinado, de identidad y  de sustantiva calidad, que extienda  un espacio cultural superior a las expectativas de las propias regiones,  y que asume  este concepto formal una dinámica interna propia y de supuesta riqueza, de supérstite, de un vigor, una fuerza, expresión libre de cualquier cultura viviente y distinta, que supera  sus propios limites. 

El caso de la literatura apurimeña despierta el interés por escritores tan distintos y universales como Juan de Espinosa Medrano El Lunarejo y José María Arguedas, una literatura regional escrita en castellano y en quechua. Con un inventario de más de cuatrocientos escritores, entre narradores, ensayistas y poetas. 

Todas las regiones actuales de nuestro país tienen  actualmente un parecido perfil literario que espera le pongamos mayor interés en estudio, en divulgación y difusión de sus obras literarias.

Para que una literatura regional exista como tal es necesario estudiar su proceso histórico, definir su registro curricular de estudios, editar su bibliografía básica y fundamental, incentivar las lecturas de las obras literarias de sus intelectuales, creadores y escritores.  La literatura regional es un instrumento estupendo para el desarrollo sostenible de las propias regiones. 



Sinopsis de la conferencia “Las Literaturas Regionales Vivientes: El Caso Apurímac”, en el “Primer Coloquio de Estudios Literarios: De qué hablamos cuando hablamos de literatura regional”, organizado por la Universidad Nacional de Trujillo-La Libertad, Departamento de Lengua y Literatura.  Martes 23 de Octubre del 2012.  6 pm. Campus Universitario.

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