noviembre 19, 2011

"POEMAS" de Czeslaw Milosz.


Czeslaw Milosz

"POEMAS" de Czeslaw Milosz.


Ars poética

Siempre he aspirado a una forma mucho más amplia
Que, libre de las aspiraciones de la poesía y la prosa,
Nos dejase entendernos sin exponer
A lector y autor a sublimes agonías.
En la esencia misma de la poesía hay algo indecente:
Expresamos cosas que ignorábamos tener en nosotros.
De modo que parpadeamos como si hubiera
saltado un tigre
Y estuviese en la luz moviendo la cola.
Por eso dicen justamente que un demonio dicta la poesía,
Aunque es exagerado sostener que se trata de un ángel.
Es arduo adivinar de dónde viene el orgullo de los
poetas
Cuando tan a menudo quedan avergonzados
por la revelación de su fragilidad.
¿Qué persona razonable sería una ciudad de demonios
Que se portan a sus anchas, hablan en muchas lenguas
Y, no satisfechos con robarle sus labios y sus manos,
Trabajan en cambiarle el destino para su convivencia
infernal?
Es cierto que hoy se aprecia mucho lo mórbido;
Por tanto acaso pienses que sólo estoy bromeando
O simplemente has encontrado otros medios
De alabar el arte sin ayuda de la ironía.
Hubo un tiempo en que sólo los libros sabios eran leídos
Y nos ayudaban a soportar nuestro dolor y sufrimiento.
Esto, después de todo, no es lo mismo
Que hojear cientos de obras recién salidas de clínicas
psiquiátricas.
Y sin embargo es diferente de lo que parece
Y nosotros somos distintos de cómo nos vemos
en nuestros delirios.
Por tanto las personas preservan su identidad silenciosa
Y ganan el respeto de sus parientes y vecinos.
El propósito de la poesía es recordarnos
Qué difícil es seguir siendo una sola persona,
Ya que está abierta nuestra casa, no tiene llaves
Y huéspedes invisibles entran y salen a su antojo.
De acuerdo, no es poesía lo que ahora digo:
Los poemas deben escribirse rara vez y de mala gana,
Bajo penas intolerables y sólo con la esperanza
De que los buenos espíritus, no los malos, nos elijan
como instrumento.

Traducción de José Emilio Pacheco


EL PAISAJE

El paisaje no necesitaba nada excepto glorificación.
Excepto mensajeros reales que trajeran sus dones:
Un nombre con un atributo y un verbo inflexivo.
Si solamente preciosos robles copiosamente brillaran
Cuando nuestros bravos estudiantes, en un camino sobre el valle,
Pasean y cantan "La Oda a la Alegría ".
Si al menos un solitario pastor grabara cartas en una corteza.

El paisaje no necesitaba nada excepto glorificación.
Pero no existían mensajeros. Matorrales, oscuras gargantas,
Bosque colgando del bosque, pájaro de largo gemido.
Y quién aquí podría iniciar una frase?
El paisaje era, quien conoce, probablemente hermoso.
Allá abajo, todo estaba derrumbándose: las salas del castillo,
Las callejuelas detrás de la catedral, los bordellos, las tiendas.
Y ni un alma. Por tanto, de dónde podrían venir mensajeros?
Después de olvidados desastres, yo estaba heredado a la tierra,
Abajo, a la playa del mar y, arriba, a la tierra, al sol.

Versión de Rafael Díaz Borbón


ELEGÍA PARA N. N.

Si es demasiado lejos para tí, dilo.
Habrías podido correr sobre las pequeñas olas del Báltico,
atravesar el campo de Dinamarca, la floresta de hayas,
virar hacia el océano, y ya está, cerca,
el Labrador, blanco en esta estación del año.
Tú, que soñabas una isla solitaria,
si temes las ciudades, el parpadeo de los fuegos sobre las autorrutas,
habrías podido tomar el camino de los bosques sordos,
sobre torrentes revueltos y azules, y rastros del ciervo y del reno,
hasta las Sierras, hasta las minas de oro abandonadas.
El Río Sacramento te habría llevado entonces,
por entre las colinas recubiertas de encinas espinosas.
Todavía un bosque de eucaliptos, y estarás en mi casa.
Es cierto, cuando la manzanita florece,
y la bahía es azul en las mañanas de primavera,
yo pienso a mi pesar en la casa entre lagos
y en las redes recogidas bajo el cielo Lituano.
La cabaña donde te despojabas de tu traje antes del baño
se cambió para siempre en un cristal abstracto.
Y en él está la oscura miel de la tarde, junto al balcón,
y las pequeñas lechuzas, graciosas, y el olor de los arneses.
Cómo podíamos vivir entonces, yo no puedo decirlo.
Las costumbres, los trajes, vibran imprecisos,
inconsistentes, tensos hacia el final.
Es tal vez que pensábamos en las cosas tal como son?
El saber de los años fogosos ha enrojecido los caballos ante la forja,
y las pequeñas columnas en el mercado de la aldea,
y los peldaños de madera y la peluca de Mamá Fliegeltaub.
Mucho hemos aprendido, tú bien lo sabes:
cómo nos es quitado, cosa por cosa, todo aquello que no podía ser,
la gente, las comarcas.
Y el corazón no muere cuando uno creyó que debería,
pero sonreímos, el té y el pan sobre la mesa.
Sólo el remordimiento de no haber amado como se debe
esa pálida ceniza de Sachsenhausen
con un amor absoluto, que no está a la medida del hombre.
Tú te has acostumbrado a nuevos inviernos, húmedos,
a la ciudad donde la sangre del propietario alemán
fue raspada de los muros, y a donde él jamás regresó.
Tampoco yo he llevado más de lo que podía, ciudades y país.
No se puede entrar dos veces en el mismo lago,
sobre hojas descompuestas de abedul,
y quebrando una estrecha estría de sol.
Tus faltas y las mías, no fueron grandes faltas,
tus secretos y los míos, no eran grandes secretos.
Cuando te anudan la mandíbula con un pañuelo,
cuando te ponen una cruz entre los dedos,
y a lo lejos un perro ladra, brilla una estrella.

No, no es porque estés tan lejos
que no has venido el otro día, la otra noche.
De año en año madura en nosotros y nos invadirá,
yo, como tú, lo he comprendido: la indiferencia.

Berkeley, 1963

Versión de William Ospina



ESO

Ojalá por fin pudiera decir qué está en mí.
Gritar: gente, les mentí
diciendo que eso no estaba en mí,
cuando eso está ahí siempre, días y noches.
Aunque gracias a eso supe describir sus ciudades inflamables,
sus cortos amores y juegos desmembrándose en humus,
aretes, espejos, el deslizar de un tirante,
escenas de alcoba y de campos de batalla.
Escribir fue para mí estrategia de protección,
de borrar las huellas. Porque a la gente no puede gustarle
aquél que alcanza lo prohibido.

Llamo en mi ayuda a los ríos en los que nadé, lagos
con puentecillos entre cedazos, valle
en cuyo eco la canción duplica la luz del anochecer,
y confieso que mis extáticos halagos a la existencia
sólo pudieron ser entrenamientos de alto estilo,
Pero abajo estaba eso, que no me atrevo nombrar.

Eso se parece al pensamiento de alguien sin hogar, cuando
atraviesa la ciudad ajena, congelada.

Se asemeja al momento cuando un judío cercado ve aproximarse
los pesados cascos de los gendarmes alemanes.

Eso es cuando el hijo del rey se dirige a la ciudad y ve el mundo
real: pobreza, enfermedad, vejez y muerte.

Eso puede ser comparado con el inmóvil rostro de alguien
que entendió que fue abandonado para siempre.

O con las palabras del médico sobre la sentencia inevitable.

Porque eso significa enfrentar un muro de piedra
y entender que ese muro no cederá ante ninguna de nuestras súplicas.

Versión de Agnieszka Kawecka


ESTUDIO DE LA SOLEDAD

Un guardián de conductos de larga-distancia en el desierto?
Un equipo de un solo hombre para una fortaleza en la arena?
Quienquiera que él fuera. Al alba vio las surcadas montañas
El color de las cenizas, encima la fundida oscuridad,
Saturada de violeta, irrumpiendo en un fluido carmín,
Aún permanecerían, inmensos, en la luz naranja.
Día tras día. Y, antes que lo notara, año tras año.
Para quién, pensó, ese esplendor? Para mí, solitari0?
Aún permanecerá aquí por mucho tiempo después que yo perezca.
Qué es eso en el ojo de una lagartija? O cuándo fue visto
por un pájaro migratorio?
Y si yo soy toda la humanidad, existe ella a si misma sin mí?
Y sabía que no se acostumbraba pregonarlo, por ninguno de ellos
se salvaría.

Versión de Rafael Díaz Borbón


HONESTA DESCRIPCIÓN DE MÍ MISMO

Tomándome un whisky en un aeropuerto,
digamos que en Minneapolis

Mis oídos captan cada vez menos las conversaciones,
mis ojos se debilitan, pero siguen siendo insaciables.

Veo sus piernas en minifalda, en pantalones o envueltas
en telas ligeras.

A cada una la observo por separado, sus traseros y
sus muslos, pensativo, arrullado por sueños porno.

Viejo verde, ya sería tiempo de que te fueras a la tumba
en lugar de entretenerte con juegos y diversiones de jóvenes.

No es verdad, hago solamente lo que siempre he hecho,
ordenando las escenas de esta tierra bajo el dictado
de la imaginación erótica.

No deseo a esas criaturas en particular, lo deseo todo,
y ellas son como el signo de una relación extática.

No es mi culpa que así estemos constituidos: la mitad
de contemplación desinteresada y la mitad de apetito.

Si después de morir me voy al cielo, tendrá que ser
como aquí, sólo que liberado de estos torpes sentidos,
de estos pesados huesos.

Transformado en mirar puro, seguiré devorando las
proporciones del cuerpo humano, el color de los lirios,
esa calle parisina en un amanecer de junio, y toda la
extraordinaria, inconcebible multiplicidad de las cosas visibles.

Versión de Gerardo Beltrán

Czeslaw Milosz es uno de los más grandes poetas del siglo XX. Aunque nació en Lituania en 1911, Milosz es un autor polaco que vivió en Varsovia durante la ocupación nazi. En 1951 se separó del partido comunista y se exilió a París. En 1960 se trasladó definitivamente a los Estados Unidos para asumir un cargo como profesor en la Universidad de California en Berkeley. Ganó el Premio Nobel de Literatura en 1980. Pertenece a una extraordinaria generación de poetas polacos que incluyen a otra ganadora del Premio Nobel, Wislawa Szymborska (1923), aunque también destacan Zbigniew Herbert (1924) y Anna Swir (Swirszczynska, 1909-1984).