abril 13, 2011

NO ME GUSTAN LOS POETAS MUDOS/ ARMANDO ARTEAGA

NO ME GUSTAN LOS POETAS MUDOS

Por Armando Arteaga



No me gustan los poetas mudos
esos pedantes que firman manifiestos
esos idiotas que creen que todo esta escrito en su poema
no me gustan, porque están siempre presentes a la hora del trago
de la droga inédita, del recital existencial, en la fiesta bárbara
para meterle el hocico en la cara a la muchacha ingenua y virgen
que ha asistido esta noche a oler pedos de poetas,

estropeando la rima, el ritmo.

No me gustan los poetas mudos cuando las papas queman
nunca están cuando la bestia fascista del poder o la pezpita
democracia, te envía al paredón o te fusila en plena calle
nunca están, en las revueltas ni en los duelos
de los viejos amigos que te aplaudieron el primer libro publicado

o la primera revista llorada cada tarde.

No me gustan los poetas mudos que escriben en la solapa
de los libros de los otros: este es un gran poeta…
este será el más grande poeta del siglo que se nos viene.

A esos, a todos los poetas mudos del mundo y de mi patria
nunca los tomes en cuenta, de aquí a 100 años
nadie se ocupará de ellos
salvo, algunos pendejes que han inflado sus arcas
algunos: es casi ninguno, que han sido burócratas
o profesores de no sé qué asignaturas
los que han calentado el trasero en la academia.

Les queda mi epitafio malvado,
siempre pulcro y mal intencionado, reconozco.

Soy mal pensado.

No me gustan los poetas mudos, esos que han hablado mucho
han hecho mucho ruido y pocas nueces
han gritado su protocolar mariconada
siempre puntuales para el robo literario, son chillones, pero nunca
han tenido inteligencia para la realidad de las cosas, son apolíticos
ridículos, cojudean, nunca han hecho el amor de pie
en un parque junto a un árbol
a la muchacha más bella que se llama: poesía.

A esos, a todos esos, a cada uno de ellos, con paciencia andina.
A esos, a uno que es ninguno, o son varios, les pongo este epitafio
en cada una de sus tumbas:

Era un poeta mudo del Siglo XX…, pasó por aquí,
siempre cumplido, pero nunca necesario.