enero 12, 2008

JUAN RAMÌREZ RUIZ, OCIOSA ES LA MUERTE/ TEÒFILO GUTIERREZ

Juan Ramírez Ruiz, ociosa es la muerte


Por Teòfilo Gutierrez



Ví por última vez a Juan Ramírez Ruiz por el centro de Lima, o sea Quilca. Dicen que desapareció. Siempre estuvo desaparecido para muchos. Pero no para mí, y esa noche bebimos varios tragos y quedó en pasarme el "último" libro de poesía, “pero que le faltaban algunos ajustes”. Luego lo volví a ver por Azángaro, donde vivía “por ahora” con “alguien”, así lo dijo, que regentaba un restaurante ubicado en una vieja quinta frente a la enorme pared crema de la Cripta de los Héroes. Me habló el poeta de sus poemas guardados por “alguien”. Me habló de que no pasaba nada por el Norte. Me habló de haber clavado una puerta con maderos cruzados para que nadie ingrese a un cuarto donde él ya no estaría. Me habló con la punta de un lapicero hincando el bolsillo de la camisa. Quedaron grabadas un par de líneas azules en la camisa blanca. Quedaron como rasguños directos al bobo. Me habló, como desde hace años, que venimos conversando, de todo y de nada. Hubo más de una vez que en Quilca, sentados en una mesa del Quierolo o la Rockola , decíamos algo interesante que podía servir para abrir la ventana al día siguiente. Pero el día siguiente es gris.

Y, pero, poeta, más tarde te encontraré en Quilca, sonriente, paisano, antes de enrumbar en la noche del viernes para zamparnos la tranca que terminará con nosotros bajo la lluvia y el frío a las seis de la mañana, entre la penumbra inicial de otro día más, tal vez el último. Ay nos vidrios, hermano.
Foto: Nelson Castañeda. En la Foto: JRR. en el Taller de Luna Pizarro, en los años 80.
Teófilo Gutiérrez*


*Escritor y editor del sello Hipocampo de Oro Editores.